He caminado, mi
amor, en las mañanas
y caminado en las
tardes y en las noches,
colibríes encontré
yo en mi deriva
y muchos jazmines
he mirado ensimismado;
pero tengo siempre
que volverme hasta tu boca
para quedar en
ella del todo enamorado.
Quiero atrapar la
luz de sus destellos
y hacerme dueño del
brillo de tus ojos
que no quedarán en
mi vida más tesoros,
ni habrá paisajes
más llenos de rubores
que el incendio de
albor que ellos irradian
ni la calma
apacible allí guardada.
Tal vez pudiera en
mis años venideros
-soles de agosto…
lunas de febrero-
ensalzado por
dichas de seres compartidos
y adueñado ya de
tus brillos y sosiegos,
entregarme pleno a
solaz tan entregado
y recoger el grano
a manos llenas.
Publicado en mi libro "De letras nacidas entre poetas". 2013
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