Los vi nacer sin
saber de lunas.
Fueron noches y
fueron días
y estuve siempre,
corazón latiente,
allí donde la vida
cobra su sentido.
Y cada vez que allí
estuve,
vi al ángel
provocar el llanto
y el ángel se quedó
velando sueños
cubriéndolos en
alas desplegadas.
La maravilla de ese
inicio,
cobra forma de
amores y enamora
y nada explica tal
portento
sino la sombra del
Eterno.
En derredor el
mundo sigue en giros,
ajeno a mi estupor
que estalla en gozos
tan cercanos a
lágrimas y a risas.
Al mismo instante
la escena se repite en otras vidas,
en otros seres y
otros mundos,
realzando así la
maravilla del alumbramiento.
Publicado en mi libro "De letras nacidas entre poetas". 2013
No hay comentarios.:
Publicar un comentario