Hay tardes que se esconden tras serenos ambarinos
como imitando el albor de tempranas madrugadas,
quieto el aire, es envuelto en la calma de los sueños
y en deleites de sonidos y aromas campesinos.
Y en el cielo finas nubes, que parecieran
peinadas,
coronan con simple lujo lo sencillo y lo risueño…
Hay tardes que se sienten como un amor
cristalino
como un brillo que deja al alma con el cielo
vinculada,
en explosivos encantos de esos sentires tan
hondos
que anticipan ya sin dudas el placer de lo
divino.
Y si un día me acompañas sentirás las
campanadas,
que sin campanas se escuchan en esos mis cerros
mondos.
Publicado en mi libro "De letras nacidas entre poetas". 2013
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