Se enarbolan arriba en la palmera
los dátiles naranjas perfumados
racimos cual engarces recargados
que pintan al jardín como bandera.
Sus hojas pecioladas han armado
un penacho que se mueve y genera
esa danza que al aire así le diera
más garbo y apostura de lo creado.
Palmera reina de este espacio puro
al cual siempre me acerco y aventuro
a cantarle mi dicha y conectarla
a los frutos y así poder mirarla
con el alma y los ojos cual conjuro
en un rito vital que lleva a amarla.
Publicado en mi libro "De letras nacidas entre poetas". 2013
No hay comentarios.:
Publicar un comentario