Pocas veces se ve, pero lo vemos, al pájaro
carpintero
de vuelo bajo, rojo el copete y pico certero.
Está allí un rato en su trabajo y nos placemos
en su atávico instinto y el saber que lo
tenemos.
Se agarra en vertical en las ásperas cortezas
y su cabeza martillea con fuerza y con certeza
hasta llegar voraz al festín de los gusanos
como ceremonia de ancestral rito pagano.
El eucaliptus azul suele ser su árbol preferido
y entre el azul de sus hojas, su rojo copete
es ungido
y declarado amado por nuestras miradas
abiertas
siguiendo movimientos, siempre rápidos y
alertas.
Se irá un día como se fueron el calafate y el
zorzal,
como se secó el añoso mimbre y se secó el rosal.
Por eso lo esperamos ansiosos para deleitarnos
hasta que decida irse y sólo su recuerdo
dejarnos.
Publicado en mi libro "De letras nacidas entre poetas". 2013
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