Solo descansabas tu sonrisa
en ese abandono bienaventurado
ante la cercanía del tiempo
que se adelantaba en años.
Cumplido estabas en el mundo
andando en la certeza de ideales
con la cruz y sin la espada…
y la palabra justa dicha y
esparcida
como buscando almas.
Hacías de las sombras soles
y humildad de tus grandezas.
Eras índice señero y ojos de tu
prole,
brújula singular marcando cielos,
inflexible y mansa estrella del
sur
de arraigada luz en horizontes.
Profundas raíces en la piedra
-como tus espinillos y tus talas-
persisten después de tu partida.
Luz y raíces que no olvido…
y en la indulgencia de tu ser y tu
saber,
lleno de Dios y gloria eterna,
sabrás cuánta verdad hay en lo que
digo.
Queda la añoranza a tu decir
y a tu siempre recordado abrazo
en la noche en que te fuiste.
Y queda la certeza de encontrarte
ese día…
después de un cerrar y abrir de
párpados.
Publicado en mi libro "De letras nacidas entre poetas". 2013
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